
Desde aquí, no quiero que los numerosos fans que hay en España me den la razón. Y que conste que soy de los antiguos; de aquellos que tenían sus VHS traducidos por aficionados, que se movían por donde hacia falta para conseguir las películas, allá por los 90, aunque las grabaciones fuesen desesperantes. Lo único que me gustaría, es que aquellas personas que no conocen estas películas, hagan el esfuerzo de verlas, sin prejuicios ni comparaciones. De visualizarlas como lo que son, auténticas joyas que atrapan y te hacen volar por caminos plenos de sensibilidad y originalidad. Te despiertan al niño que llevas dentro, o te empujan a contemplar nuestro mundo con otros ojos.
Ahora mismo, tenemos la oportunidad de hacerlo fácilmente; en nuestras tiendas están Mi Vecino Totoro, Mimi o Sumaseba, o Nausicaa, por poner unos ejemplos. Algo que hace años, no muchos, me parecía imposible.
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